Thursday, December 11, 2014

Algunas ideas para la pastoral de exequias, por Jorge González Guadalix

La pastoral de exequias puede parecer a muchos una de las cosas más complejas y difíciles de la vida de un sacerdote, cuando no algo desagradable que hay que aceptar como viene. Sin embargo es una de esas cosas que más evangelizan a propios y extraños. Se me ha ocurrido ofrecer algunas ideas por si a alguien le pueden ser útiles.

1. Cada persona que fallece es única. Cada familia, también. Por más que uno esté harto de funerales, entierros, responsos y aniversarios. El mayor peligro es caer en la rutina.

2. Ante una defunción, disponibilidad total. Recuerdo siendo cura de pueblo lo que era el aviso del fallecimiento de una persona. Lo primero que solía decir a la familia: tranquilos, ya lo sé, lo que queráis, cuando mejor os venga, lo arreglo como sea… Ahora mismo voy para allá.

En el pueblo tocaba entierro con su misa de cuerpo presente. Pues eso. Facilitando todo a las familias, a su disposición, estando cerca para ayudarles a vivir el duelo lo mejor posible.

Lo mismo digo si se trata en una gran ciudad de un funeral. Facilitar, hablar, ofrecer todo, lo que la familia necesite para sentirse mejor.

3. Cordialidad sincera. Tan malo es el sacerdote frío y distante como el que se dedica a repartir besos a toda la familia y a hacer carantoñas al lucero del alba. No nos pasemos.

4. Especial cuidado con las misas de funeral. Si la familia nos ve cercanos y a su lado, no tendrán reparo en dejarse aconsejar. En misas de corpore insepulto y sobre todo en funerales unos días más tarde, no es infrecuente ver la eucaristía convertida en homenaje póstumo al finado. No podemos caer en eso. Las razones son varias.

Para empezar, comprender qué es un funeral. Es una misa en sufragio por el fallecido, donde acudimos pidiendo perdón y misericordia y que el Señor se digne admitirlo en su Reino. Por tanto hablamos de una celebración sentida, emotiva sin más remedio, pero celebración de fe, de oración, de confianza. Por supuesto nada de dar por hecho que todo fallecido pasa directamente al cielo de manera automática.

Pero es que en los funerales nos encontramos con un montón de alejados que acuden a la celebración simplemente por motivos sociales. Ahí el error y el peligro es querer hacernos los simpáticos y los agradables a base de descafeinar el mensaje, mandar a todo el mundo al cielo, besar a media iglesia para que se vea que somos campechanos y modificar oraciones, plegarias y ritos por la cosa de la cercanía. ¿Pretendemos que con esas chorradas alguien nos tome en serio?

5. Especialísima atención a la homilía. Entrañable, sí, Cercana, lo que haga falta. Pero… Ya. Ya sabemos que hay no creyentes. Por eso creo que una homilía exequial, más aun sabiendo que a la celebración acuden no creyentes, debe contener estos elementos: condolencia y comprensión hacia la familia, reflexión sobre el sentido de la vida y no vivir de cualquier manera, recordar qué es vivir en cristiano y animar a la oración por el difunto. No pasa nada porque a un no creyente, precisamente por su falta de fe, alguien le recuerde que Dios existe, que un día se acaba la vida y que se nos pedirá cuenta de ella.

Fuente: infocatolica.com

Friday, December 5, 2014

El duelo no se cura, se transforma y se vive con dignidad y amor, por Carlota Fominaya

Los cuidados y tranquilos jardines de la Fundación Instituto San José invitan al recogimiento. A ellos dan las ventanas de todos y cada uno de los diez edificios de construcción neomudéjar que componen el complejo hospitalario de la orden Hermanos de San Juan de Dios. En este lugar, de 115 años de antigüedad, tiene lugar el programa de Atención Integral a Personas con Enfermedades Avanzadas y sus familiares puesto en marcha por Obra Social «La Caixa». La iniciativa se dirige a cubrir las necesidades de atención psicosocial en los cuidados paliativos y, desde su puesta en marcha el pasado mes de enero, ha atendido a 62.170 pacientes y 91.985 familiares en los 61 centros hospitalarios de toda España en los que se desarrolla. Sólo en atención al duelo, han sido 3.963 personas las que han recibido ayuda.

Uno de los beneficiarios es Deogracias Del Río Martín, de 73 años, viudo desde principios de año, y que ha encontrado en estos grupos la ayuda necesaria para seguir viviendo tras la muerte de su mujer el pasado mes de enero. «Si no hubiera recibido esta ayuda, tendría una depresión de caballo. Acudir a terapia ha sacado de mi gran dolor», reconoce este hombre.

«El duelo no se cura. De hecho, se vive toda la vida. Pero se aprende a llevarlo, a sostenerlo con dignidad y con amor», explica Roberto Álvarez, psicólogo psicoterapeuta especialista en duelo de la Fundación Instituto San José, y el profesional que lidera en este centro el programa de Atención Integral a Personas con Enfermedades Avanzadas y sus familiares puesto en marcha por Obra Social «La Caixa».

Lo normal, remarca el psicólogo de la Fundación Instituto San José, es que las personas se enfrenten de manera sana a su duelo pero siempre hay un porcentaje pequeño que desarrolla un duelo patológico. La clave está en recibir el apoyo de este tipo de grupos, que por lo general tienen una duración de 4 a 6 meses. En ellos se enseña a elaborar el duelo. «Porque este no se pasa, ni se cura con el tiempo. Se transforma», matiza Álvarez. En estos programas, prosigue este especialista, «se aprende a convertir la rabia y la tristeza de la pérdida del ser querido en una sensación de paz recordando al ser querido», añade.

Día de los Difuntos

Es verdad que fechas señaladas como el próximo Día de los Difuntos, el aniversario de la boda, del fallecimiento... suponen para estas personas lo que los expertos llaman «picos de duelo», pero a la larga, el gran problema de una persona que acaba de perder a un ser querido es la soledad. Por eso, advierte este psicólogo, «teniendo en cuenta que esa persona va a estar siempre de uno mismo, y teniendo en cuenta que habrá momentos de vacío y de tristeza, hay que aprender a decir hola a nuevas amistades, vínculos e intereses. Hay que aprender a ser autónomo».

Como también hay muchas personas que después de un gran sufrimiento como es la pérdida de un hijo, de la pareja, de un progenitor, se transforman, y eligen vivir por un motivo, una causa o un valor. «Son personas que convierten su sufrimiento en una experiencia de transformación y maduración, de crecimiento personal... y que le vuelven a dar un sentido a la vida», apunta Álvarez. El caso es, concluye este experto de la Fundación Instituto San José, «conseguir que vuelvan a vivir la vida con valor».

Fuente: abc.es

Solo el Papa, los cardenales y los obispos pueden recibir sepultura dentro del templo


El Concilio Vaticano II acordó que no haya tumbas en los templos y así se fijó en el Código de Derecho Canónico de 1983. Solo el Papa, los cardenales y los obispos pueden recibir sepultura dentro del templo.

El canon 1242 del Código de Derecho Canónico de 1983 es muy claro. "No deben enterrarse cadáveres en las iglesias, a no ser que se trate del Romano Pontífice, de sus propios cardenales u obispos diocesanos, incluso eméritos".

Así lo estableció la Iglesia después del Concilio Vaticano II y esa es la norma que ha seguido el Obispado de Ávila, al permitir que el expresidente Adolfo Suárez fuera enterrado junto a su mujer en el claustro de la catedral. "No ha habido que pedir ninguna excepcionalidad dado que la tumba no está dentro del templo si no en el claustro", indicó el obispado.

Después de la muerte de su mujer, en 2001, el expresidente pidió al Cabildo Catedralicio y al entonces obispo de Ávila, Adolfo González Montes, ser enterrado en ese enclave. El deán de la Catedral, Fernando Gutiérrez Santamaría, explicó al "Norte de Castilla" que para recibir el permiso del Cabildo es necesario reunir "dos circunstancias que en esta ocasión se cumplen en ambas figuras: una relevancia social importante y su condición como católico de forma clara”.

Pese a que las normas prohíben los sepulcros en lugares sagrados a toda aquella persona que no sea ni Papa, cardenal u obispo, nuestras catedrales, conventos, iglesias, monasterios y ermitas están repletos de tumbas de reyes y familias de nobles. La mayoría gozó de este privilegio antes de que Carlos III prohibiera los sepulcros dentro de las Iglesias en 1787 por razones de higiene, pese a que la medida no se llevó a cabo hasta 1804.

El Código de Derecho Canónico, en el canon 1239, también establece que ningún cadáver, ni siquiera el del Papa o el de un obispo, puede estar enterrado bajo el altar; en caso contrario, no es lícito celebrar la Misa en él. También reconoce el derecho de los fieles a elegir el cementerio en el que quieren ser sepultados, salvo que el derecho se lo prohíba.

En el canon 1176 explica además que la Iglesia "aconseja vivamente que se conserve la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de los difuntos"; sin embargo, "no prohibe la cremación, a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana". Aunque no se opone a esta práctica, recuerda que la urna con las cenizas debe ser depositada en el cementerio.

Fuente: Abc.es

¿Se condena el suicida?, por Luis Antequera

Mucho se ha especulado sobre la posición de la Iglesia Católica a propósito del suicidio (...) Por lo que hace a la condición pecaminosa del suicidio, en la Encíclica Evangelium Vitae, emitida por el Papa Juan Pablo II, leemos:

“El suicidio es siempre moralmente inaceptable, al igual que el homicidio. La tradición de la Iglesia siempre lo ha rechazado como decisión gravemente mala. Aunque determinados condicionamientos psicológicos, culturales y sociales puedan llevar a realizar un gesto que contradice tan radicalmente la inclinación innata de cada uno a la vida, atenuando o anulando la responsabilidad subjetiva, el suicidio, bajo el punto de vista objetivo, es un acto gravemente inmoral, porque comporta el rechazo del amor a sí mismo y la renuncia a los deberes de justicia y de caridad para con el prójimo, para con las distintas comunidades de las que se forma parte y para la sociedad en general. En su realidad más profunda, constituye un rechazo de la soberanía absoluta de Dios sobre la vida y sobre la muerte, proclamada así en la oración del antiguo sabio de Israel: « Tú tienes el poder sobre la vida y sobre la muerte, haces bajar a las puertas del Hades y de allí subir »”.

Probablemente sean los grandes autores del s. IV los primeros en tocar el tema. Así, San Agustín (354-430), que lo hace en su obra La Ciudad de Dios, donde afirma que suicidarse es rechazar el dominio de Dios sobre la propia existencia, y donde re-redacta el quinto mandamiento en los siguientes términos: “no matarás ni al prójimo ni a ti mismo”.

Y también San Jerónimo (340-420), que lo hace en su Comentario a Juan, donde trata el tema desde la relación que el autor establece con lo que llamaríamos “el amor al martirio”, toda la problemática de los límites vinculados a la aceptación del martirio, estableciendo que determinadas maneras de acceder a él, cuando se busca o cuando simplemente no se hace cuanto está al alcance de uno para evitarlo, puede implicar un comportamiento pecaminoso relacionado con el suicidio.

A partir de los tratados de S. Agustín y de S. Jerónimo sobre el suicidio, se pronuncian muchos documentos eclesiásticos emanados de los concilios del s. VI: Braga (563), Auxerre (578). Así como, más tarde, también el Decreto Graciano, elaborado hacia el 1140, la primera gran compilación de derecho canónico de la historia.

Santo Tomás de Aquino (1224-1274) le dedica el artículo 64 de la Segunda sección de la Segunda parte de la Suma Teologica, donde se pregunta: “¿es lícito a alguien suicidarse?” Respondiendo:

“Es absolutamente ilícito suicidarse por tres razones: primera, porque todo ser se ama naturalmente a sí mismo, y a esto se debe el que todo ser se conserve naturalmente en la existencia y resista, cuanto sea capaz, a lo que podría destruirle. Por tal motivo, el que alguien se dé muerte va contra la inclinación natural y contra la caridad por la que uno debe amarse a sí mismo; de ahí que el suicidarse sea siempre pecado mortal por ir contra la ley natural y contra la caridad. Segunda, porque cada parte, en cuanto tal, pertenece al todo; y un hombre cualquiera es parte de la comunidad, y, por tanto, todo lo que él es pertenece a la sociedad. Por eso el que se suicida hace injuria a la comunidad, como se pone de manifiesto por el Filósofo [Aristóteles] en V Ethic. Tercera, porque la vida es un don divino dado al hombre y sujeto a su divina potestad, que da la muerte y la vida. Y, por tanto, el que se priva a sí mismo de la vida peca contra Dios, como el que mata a un siervo ajeno peca contra el señor de quien es siervo; o como peca el que se arroga la facultad de juzgar una cosa que no le está encomendada, pues sólo a Dios pertenece el juicio de la muerte y de la vida, según el texto de Dt 32,39: Yo quitaré la vida y yo haré vivir”.

El Catecismo de 1997 establece que “somos administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado” (art. 2280), y marca una circunstancia agravante y otra atenuante por lo que se refiere al suicidio. En cuanto a la primera, dice: “Si se comete con intención de servir de ejemplo especialmente a los jóvenes, el suicidio adquiere además la gravedad del escándalo” (art. 2282).

En cuanto a la segunda, dice: “Trastornos psíquicos graves, la angustia, o el temor grave de la prueba, del sufrimiento o de la tortura, pueden disminuir la responsabilidad del suicida” (art. 2282).

Por último, por lo que se refiere a la salvación o condenación del suicida, se dice en el Catecismo: “No se debe desesperar de la salvación eterna de aquellas personas que se han dado muerte. Dios puede haberles facilitado por caminos que El sólo conoce la ocasión de un arrepentimiento salvador. La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida”. (art. 2283)

Fuente: religionenlibertad.com

Muriendo en manos seguras, por Ron Rolheiser

Es difícil pronunciar palabras de consuelo cuando estamos cara a cara con la muerte, incluso cuando la persona que murió vivió una vida plena y murió en las mejores circunstancias. Es especialmente duro cuando el que ha fallecido es una persona joven, todavía necesitado de cuidados, y más aún cuando la persona joven no muere en circunstancias ideales.

Como sacerdote, he tenido que presidir muchos funerales de personas que han muerto jóvenes, como resultado de una enfermedad, un accidente o el suicidio. Este tipo de funerales son siempre doblemente tristes.

Recuerdo uno en particular: un estudiante de High School muerto en accidente de coche. La Iglesia estaba abarrotada con la entristecida familia, amigos y compañeros de clase. Su madre, aún joven, estaba en el primer banco, cargada con la tristeza de su pérdida. Después de todo no era más que un muchacho, todavía necesitado de que cuidaran de él, necesitado de una madre. Ella se sentía de hecho, como huérfana de él.

No hay muchas palabras que ayuden en una situación como esta, pero incluso lo poco que se puede decir, en un día como ese, cuando la muerte es tan cruda, no ofrece demasiado consuelo emocional.

¿Qué se dice cuando se enfrenta una muerte como ésta? Simplemente que ese joven  está ahora en unas manos más amorosas, tiernas, suaves y seguras que las nuestras, que hay una madre al otro lado para recibirle y darle los cuidados que aún necesita, como hubo una a este lado cuando nació. Todos nacemos en los brazos de una madre. Esta es la imagen que necesitamos mantener ante nosotros para imaginar sanamente la muerte.

¿De qué va más concretamente esta imagen? Pocas imágenes son tan primarias y tiernas como la una madre sosteniendo y acunando a un recién nacido. La letra de uno de los más conocidos villancicos de todos los tiempos, Noche de Paz, está inspirada precisamente en esta imagen. Joseph Mohr, un joven sacerdote alemán, salió a una cabaña del bosque en la tarde de navidad para bautizar a un recién nacido. Según dejó la cabaña, el niño se durmió en el regazo de su madre. Le llegó con tanta fuerza esta imagen, con la hondura y la paz que encarnaba, que, inmediatamente que regresó a la rectoría, compuso la famosa letra de Noche de Paz. Su director de coro, Franz Gruber, puso algunos acordes de guitarra a aquellas palabras que quedaron grabadas en nuestras mentes para siempre.

La imagen arquetípica definitiva de la paz, la seguridad y la protección es un recién nacido en los brazos de su madre. Además cuando el niño nace no es sólo la madre la que le sostiene y acuna. La mayoría de todos los demás, también.

Quizá ninguna otra imagen es más apta, ponderosa y consoladora y que en términos precisos describa lo que nos sucede cuando morimos y despertamos en la vida eterna como la imagen de una madre sosteniendo y acunando a su recién nacido. Cuando morimos, morimos en los brazos de Dios y seguramente somos recibidos con tanto amor, dulzura y ternura como los que seguramente recibimos en los brazos de nuestras madres cuando nacimos.

Más aún, seguramente estamos más a salvo que cuando nacimos aquí en la tierra. Sospecho, también, que más de unos pocos santos nos rodearán, esperando su oportunidad para acunar al nuevo niño. Por eso está bien, incluso si morimos antes de que estemos preparados, si aún necesitamos el cuidado de alguien que nos cuide, si todavía estamos necesitados de una madre. Estamos en manos seguras, cuidadoras y tiernas.

Esto es profundamente consolador  porque la muerte nos convierte en huérfanos y diariamente hay personas que mueren jóvenes, inesperadamente, sin estar preparadas, todavía necesitadas de cuidado en sí mismas. Todos morimos necesitando una madre. Pero tenemos la seguridad que nos da le fe, por la cual creemos que naceremos en unas manos más seguras y cuidadoras que las nuestras.

De cualquier manera éste consuelo no borra el dolor de la pérdida de un ser querido. Nada se lo borra porque nada puede. La muerte marca indeleblemente nuestros corazones porque el amor nos hiere de esa manera.

Tal y como Dietrich Bonhoeffer dice: “Nada puede disfrazar la ausencia de alguien querido… no tiene sentido decir que Dios llena el hueco; Dios no lo llena, al contrario, Dios lo mantiene vacío de manera que éste vacío nos ayude a mantener viva nuestra comunión con los otros, incluso pagando el precio del dolor… Lo más querido y rico de nuestros recuerdos, la más difícil separación. Pero la gratitud cambia la herida de nuestros recuerdos por una alegría tranquila. La belleza del pasado nace, no como una espina clavada en la carne, sino como un precioso regalo para nosotros mismos.”

El luto: respeto y solemnidad

El luto por el que se va debería ser una muestra de un sentimiento interior más profundo. Pero como el hábito hace al monje y el respeto hacia el que se ha ido, hacia su familia y hacia los presentes es indispensable en ciertos momentos, es recomendable seguir ciertas normas en el vestir.

Color

El negro y el blanco se han alternado en distintos siglos y naciones como símbolo del luto. El uso del negro durante el imperio romano se sustituyó por el blanco en el mundo occidental hasta bien entrada la época medieval. En España, además, existió una «Pragmática Real» por la cual los Reyes Católicos imponían el color negro en el luto.

El protocolo en funerales y luto cambia en otros países. En la India, en muchos países asiáticos y musulmanes, el blanco sigue siendo el color a llevar. En la Europa Central, se utiliza a menudo un brazalete negro en la manga. Los judíos practican el shiv’ah, haciendo un pequeño desgarro en una prenda de vestir, simbolizando el dolor que se expresaba rasgándose las vestiduras en el templo de Jerusalén cuando moría un familiar.

Pero actualmente, la ropa de luto es algo menos habitual y formal desde los años 70. Es normal vestir ropa sobria y llevar trajes oscuros en un funeral. Pero según el grado de cercanía con el difunto, es más o menos «de rigor» ir completamente de negro. En los funerales de Estado así como en los casos de catástrofes o muertes de personas muy relevantes se impone igualmente el rigor de este protocolo, utilizándose el negro o el gris pizarra casi en exclusivo.

El traje de chaqueta

En funerales de Estado o de personas muy cercanas, el traje de chaqueta masculino debe ser en negro riguroso, de un tejido sin brillo o -como mucho- de raya diplomática o similar, siempre con un acabado que no se haga notar. La cuestión es mostrar respeto vistiendo de una manera distinta, más apagada y discreta. Evidentemente, en el caso de asistir al funeral de una persona menos allegada o de venir directamente del trabajo o de viaje, se comprende que es aceptable un traje oscuro, ya sea gris o azul marino, o bien una combinación de blazer azul con pantalón gris.

La Camisa

Ni rayas, ni cuadros ni colores. El protocolo indica llevar camisa blanca. No son momentos para dar lecciones de estilo ni demostraciones de un amplio guardarropa. Se trata de ir vestido de modo que se muestre consideración y pésame. Incluso las camisas azul claro no son las más adecuadas, aunque claramente –repetimos- si se viene directamente de otro lugar y no se ha tenido tiempo, lo que importa es la intención.

La Corbata y los zapatos

La corbata es el accesorio con el que más se puede jugar en el atuendo masculino. El luto impone la corbata negra, sin lunares ni rayas. Punto. En un momento dado, si no se dispone de una a mano, una corbata azul muy oscuro puede servir, pero sin ningún dibujo. Los zapatos. Negros, preferiblemente de cordones, con calcetines del mismo tono, conforman el luto más formal.

El abrigo

En invierno, el abrigo debe ser negro o azul muy oscuro. Las gabardinas deberían igualmente ser oscuras, aunque esta alternativa no siempre está presente en todos los guardarropas.

Ellas

La mujer, como en el vestuario habitual, tiene más opciones para llevar el luto. Puede ir de negro, blanco –como hizo la Reina Fabiola en el funeral del Rey Balduíno-, o bien de gris. Tambíen puede combinar blanco y negro. En el caso de un funeral de Estado o de alguien muy próximo, se impone de nuevo el negro riguroso. En otro tipo de funerales, las señoras menos cercanas pueden vestir de azul marino o incluso de algún tono burdeos oscuro.

Se puede llevar un cómodo y austero traje de chaqueta y pantalón, un abrigo, una gabardina negra, un traje sastre con falda, o un vestido negro–especialmente en verano-. En el reciente funeral por el 50 aniversario del Rey Pablo de Grecia, cada una de las asistentes más allegadas hizo gala de un estilo distinto y personal a la hora de vestir, siempre en negro. La Reina Sofía iba elegantísima con un traje sastre de falda en negro de Chanel. La Princesa Letizia lucía una gabardina negra, mientras que la Reina Ana María de Grecia vestía un tres cuartos en paño negro. La Princesa Marie Chantal de Grecia llegó con un abrigo corto bordado en el mismo color, Alexía de Grecia llevaba un abrigo de lana muy largo y su sobrina Olympia se presentó con una versión moderna del luto para una adolescente: falda relativamente corta, botines negros y cazadora negra de nylon.

Accesorios

Las mantillas y velos negros, antes tan comunes, están ya reservados en el mundo occidental para las visitas a los Papas o los funerales en el Vaticano. En la Semana Santa andaluza, no obstante, las señoras se visten a menudo con traje negro y mantilla para acompañar a los Pasos en su recorrido por las calles.

Las gafas de sol, antes impensables en un funeral, pueden ser la mejor máscara para la intimidad de aquellos que más han sufrido el acontecimiento, aunque siempre que se pueda se debe prescindir de ellas.

Los bolsos deberían ser negros discretos, al igual que los zapatos. En invierno, las medias irán mejor en negro mate. Los peinados, sencillos y sin llamar la atención. El maquillaje debe ser prácticamente inexistente y las joyas es mejor dejarlas para otras ocasiones.

En el entorno serio y solemne de un funeral, se trata de mostrar respeto y discreción. A pesar de todas estas indicaciones y aunque no lo parezca, cada uno puede ir a su estilo. No obstante, el luto uniforma, une y evita sobresalir. Por lo tanto es un momento para evitar estilismos complicados y originalidad.

Fuente: Marisa Fuente; abc.es

¿Puede el suicida recibir sepultura en suelo santo?, por Luis Antequera

Sobre la posibilidad de dar sepultura al suicida en suelo santo, vale decir, en un cementerio cristiano, el documento de aplicación debe ser considerado el Código de derecho canónico del año 1983, promulgado por el Papa Juan Pablo II, en el cual, son causas que excluyen el enterramiento en suelo santo las siguientes:

“Se han de negar las exequias eclesiásticas, a no ser que antes de la muerte hubieran dado alguna señal de arrepentimiento:

1. A los notoriamente apóstatas, herejes o cismáticos;
2. A los que pidieron la cremación de su cadáver por razones contrarias a la fe cristiana.
3. A los demás pecadores manifiestos, a quienes no pueden concederse las exequias eclesiásticas sin escándalo público de los fieles” (can. 1184).

Causas entre las cuales, como se ve, no se halla el suicidio, lo que permite afirmar que un suicida puede, efectivamente, recibir exequias cristianas y enterramiento en suelo santo.

¿Fue siempre ésta la posición de la Iglesia al respecto? Posiblemente no. El Código de derecho canónico de 1917 al que el de 1983 vino a reemplazar, recogía una regulación diferente al respecto, y así, su canon 1240, lo excluía no sólo para los tres casos arriba citados, sino también para “quien con libertad y dominio de sus facultades se matara a sí mismo” (párrafo 3) así como, curiosamente, también “a los muertos en duelo” (párrafo 4).

Una privación que ha venido manteniéndose de manera ininterrumpida y que data de tiempos muy antiguos, anteriores desde luego al Código de derecho canónico de 1917, y que probablemente hunda sus raíces en el Concilio de Braga, que ya en el año 563, privaba a los suicidas del suelo santo en su canon 15.

Fuente: religionenlibertad.com

La muerte no es final del camino


Hacia ti, morada santa

Significado de Exequias

EXEQUIAS: Del lat. ex sequiae: seguir, acompañar. Son los ritos y oraciones con que la comunidad cristiana acompaña a sus difuntos, y los encomienda a la bondad de Dios.

La palabra se compone del prefijo ex- (de, desde, fuera de) y del verbo sequi (seguir).

Entre los romanos una parte muy importante del funeral era el cortejo fúnebre. El cadáver era velado y luego trasladado fuera del recinto urbano para su incineración y recogida de las cenizas y restos óseos en una urna. Era habitual pronunciar un discurso alabando las virtudes del difunto. Pero lo más importante era el cortejo funebre: familiares y amigos del difunto acompañaban al cadáver hasta fuera de la ciudad.

Del verbo latino sequi derivan otras muchas palabras como secuaz, secuela, seguir, séquito, etc. El verbo se asocia a una raíz indoeuropea sekw (seguir) que también dio lugar a la palabra latina signum (señal, emblema, símbolo, aquello a lo que uno sigue), de la cual derivan signo, seña, señuelo, sello, insignia, enseñar... También dio lugar a la palabra socius (asociado, compañero, el que sigue a otro).

Mateo 25,31-46

Mateo 25,31-46

Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: 'Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y acudisteis a mí.' Entonces los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y acudimos a tí?' Y el Rey les dirá: 'En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.' Entonces dirá también a los de su izquierda: 'Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.' Entonces dirán también éstos: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?' Y él entonces les responderá: 'En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo.' E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.

Lucas 12:22-31

Lucas 12:22-31

Después Jesús les dijo a sus discípulos: "No se pasen la vida preocupándose de qué van a comer, qué van a beber, o qué ropa van a ponerse. La vida no consiste sólo en comer, ni el cuerpo existe sólo para que lo vistan. "Miren a los cuervos: no siembran, ni cosechan, ni tienen graneros para guardar las semillas. Sin embargo, Dios les da de comer. ¡Recuerden que ustedes son más importantes que las aves! "¿Creen ustedes que por preocuparse mucho vivirán un día más? Si no pueden conseguir ni siquiera esto, ¿por qué se preocupan por las demás cosas? "Aprendan de las flores del campo: no trabajan para hacerse sus vestidos; sin embargo, les aseguro que ni el rey Salomón, con todas sus riquezas, se vistió tan bien como ellas. "Si Dios hace tan hermosas a las flores, que viven tan poco tiempo, ¿no hará mucho más por ustedes? ¡Veo que todavía no han aprendido a confiar en Dios! "No se desesperen preguntándose qué van a comer, o qué van a beber. Sólo los que no conocen a Dios se preocupan por eso. Dios, el Padre de ustedes, sabe que todo eso lo necesitan. "Lo más importante es que reconozcan a Dios como único rey. Todo lo demás, él se lo dará a su debido tiempo.

Romanos 14,7-12

Romanos 14,7-12

Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ya vivamos ya muramos, del Señor somos. Porque Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos. Pero tú ¿por qué juzgas a tu hermano? Y tú ¿por qué desprecias a tu hermano? En efecto, todos hemos de comparecer ante el tribunal de Dios, pues dice la Escritura: ¡Por mi vida!, dice el Señor, que toda rodilla se doblará ante mí, y toda lengua bendecirá a Dios. Así pues, cada uno de vosotros dará cuenta de sí mismo a Dios.

Romanos 12:1-2,9-18

Romanos 12:1-2,9-18

Hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No os conforméis a este mundo; más bien, transformaos por la renovación de vuestro entendimiento, de modo que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta. Vuestro amor sea sin fingimiento, aborreciendo lo malo y escogiendo a lo bueno. Amándoos los unos a los otros con amor fraternal. No siendo perezosos; siendo ardientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza, pacientes en la tribulación, constantes en la oración, practicando la hospitalidad.

Romanos 8:18-21

Romanos 8:18-21

Estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros. Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. La creación, en efecto, fue sometida a la caducidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la esclavitud de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios.

Romanos 6:3-9

Romanos 6:3-9

¿Acaso no saben ustedes que todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús, en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte? Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva. En efecto, si hemos estado unidos con él en su muerte, sin duda también estaremos unidos con él en su resurrección. Sabemos que lo que antes éramos fue crucificado con él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado; porque el que muere queda liberado del pecado. Ahora bien, si hemos muerto con Cristo, confiamos que también viviremos con él. Pues sabemos que Cristo, por haber sido levantado de entre los muertos, ya no puede volver a morir; la muerte ya no tiene dominio sobre él.

Filipenses 1,20c-24.27a

Filipenses 1,20c-24.27a

Cristo será glorificado en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger. Me encuentro en ese dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros. Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo.

Monday, November 24, 2014

Murió con 20 años y su funeral fue una fiesta

La Unción de los enfermos: Murió con 20 años y su funeral fue una fiesta. A l...: No se entiende la vida sin la muerte. Aunque esta posea un aguijón afilado, tenerla presente impide estrellarnos por sorpresa ante el final...

Salmo 42: ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

R. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios, del Dios vivo:
R. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

Las lágrimas son mi pan noche y día,
mientras todo el día me repiten:
«¿Dónde está tu Dios?»
R. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

Recuerdo otros tiempos y desahogo mi alma conmigo:
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios, entre cantos de júbilo y alabanza.
R. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío».
R. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

Diré a Dios: «Roca mía, ¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando, sombrío,
hostigado por mi enemigo?»
R. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío».
R. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

Salmo 30,3cd-4.6 y Sab 16bc-17: A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu

R/. A tus manos, Señor, 
encomiendo mi espíritu

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirigeme y guíame.
R/. A tus manos, Señor, 
encomiendo mi espíritu

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción.
R/. A tus manos, Señor, 
encomiendo mi espíritu

Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
R/. A tus manos, Señor, 
encomiendo mi espíritu

Salmo 23: El Señor es mi pastor, nada me falta

Salmo 23: El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta.
En verdes pastos me hace reposar.
Me conduce a fuentes tranquilas,
allí reparo mis fuerzas.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta

Me guía por cañadas seguras
haciendo honor a su nombre.
Aunque fuese por valle tenebroso,
ningún mal temería pues tú vienes conmigo;
tu vara y tu cayado me sosiegan.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta

Preparas ante mí una mesa,
a la vista de mis enemigos;
perfumas mi cabeza,
mi copa rebosa.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta

Bondad y amor me acompañarán
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa de Yahvé
un sinfín de días.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta

Salmo 22: Habitaré en la casa del Señor por años sin término

Salmo 22: Habitaré en la casa del Señor 
por años sin término

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
R. Habitaré en la casa del Señor 
por años sin término

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
R. Habitaré en la casa del Señor 
por años sin término

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
R. Habitaré en la casa del Señor 
por años sin término

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
R. Habitaré en la casa del Señor 
por años sin término

Salmo 16: Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor

Salmo 16: Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor

Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi suplica,
que en mis labios no hay engaño.
R. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor

Mis pies estuvieron firmes en tus caminos,
y no vacilaron mis pasos.
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras.
R. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor

Guárdame como a las niñas de tus ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme.
Yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante.
R. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor

Sabiduría 3:1-9

Sabiduría 3:1-9

La vida de los justos está en manos de Dios y ningún tormento les afectará. Los insensatos pensaban que habían muerto; su tránsito les parecía una desgracia y su partida de entre nosotros, un desastre; pero ellos están en la paz. Aunque la gente pensaba que eran castigados, ellos tenían total esperanza en la inmortalidad. Tras pequeñas correcciones, recibirán grandes beneficios, pues Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí; los probó como oro en crisol y los aceptó como sacrificio de holocausto. En el día del juicio resplandecerán y se propagarán como el fuego en un rastrojo. Gobernarán naciones, dominarán pu fieles a eblos y el Señor reinará eternamente sobre ellos. Los que confían en él comprenderán la verdad y los su amor permanecerán a su lado, pues la gracia y la misericordia están destinadas a sus elegidos.

Sabiduría 2:23-3:9

Sabiduría 2:23-3:9

Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo, y los de su partido pasarán por ella. En cambio, la vida de los justos está en manos de Dios, y no los tocará el tormento. La gente insensata pensaba que morían, consideraba su tránsito como una desgracia, y su partida de entre nosotros como una destrucción; pero ellos están en paz. La gente pensaba que cumplían una pena, pero ellos esperaban de lleno la inmortalidad; sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes favores, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí; los probó como oro en crisol, los recibió como sacrificio de holocausto; a la hora de la cuenta resplandecerán como chispas que prenden por un cañaveral; gobernarán naciones, someterán pueblos, y el Señor reinará sobre ellos eternamente. Los que confían en él comprenderán la verdad, los fieles a su amor seguirán a su lado; porque quiere a sus devotos, se apiada de ellos y mira por sus elegidos.

Lamentaciones 3:17-26

Lamentaciones 3:17-26

Me encuentro lejos de la paz, he olvidado la dicha. Me digo: ¡Ha fenecido mi vigor, y la esperanza que me venía de Yahvé! Recuerda mi miseria y vida errante: ¡todo es ajenjo y amargura! Lo recuerda, lo recuerda, y se hunde mi espíritu dentro de mí. Pero algo traigo a la memoria, algo que me hace esperar: Que el amor de Yahvé no ha acabado, que no se ha agotado su ternura; mañana a mañana se renuevan: ¡grande es tu fidelidad! «¡Mi porción es Yahvé, me digo, por eso en él esperaré!» Bueno es Yahvé para quien lo espera, para todo aquel que lo busca. Bueno es esperar en silencio la salvación de Yahvé.

Isaías 25:6-9

Isaías 25:6-9

Hará Yahvé a todos los pueblos en este monte un convite de manjares frescos, convite de buenos vinos. Consumirá en este monte el velo que cubre a todos los pueblos y la cobertura que cubre a todas las gentes; consumirá a la Muerte definitivamente. Enjugará el Señor Yahvé las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra, porque Yahvé ha hablado. Se dirá aquel día: «Ahí tenéis a nuestro Dios: esperamos que nos salve; éste es Yahvé en quien esperábamos; nos regocijamos y nos alegramos por su victoria.»

Eclesiastés 3,1-11

Eclesiastés 3,1-11

Todo tiene su tiempo y sazón, todas las tareas bajo el sol: tiempo de nacer, tiempo de morir; tiempo de plantar, tiempo de arrancar; tiempo de matar, tiempo de sanar; tiempo de derruir, tiempo de construir; tiempo de llorar, tiempo de reír; tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar; tiempo de arrojar piedras, tiempo de recoger piedras; tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse; tiempo de buscar, tiempo de perder; tiempo de guardar, tiempo de desechar; tiempo de rasgar, tiempo de coser; tiempo de callar, tiempo de hablar; tiempo de amar, tiempo de odiar; tiempo de guerra, tiempo de paz. ¿Qué saca el obrero de sus fatigas? Observé todas las tareas que Dios encomendó a los hombres para afligirlos: todo lo hizo hermoso en su sazón y dio al hombre el mundo para que pensara; pero el hombre no abarca las obras que hizo Dios desde el principio hasta el fin.

Daniel 12:1-3

Daniel 12:1-3

En aquel tiempo surgirá Miguel, el gran Príncipe que se ocupa de tu pueblo. Serán tiempos difíciles como no los habrá habido desde que existen las naciones hasta ese momento. Entonces se salvará tu pueblo, todos los inscritos en el libro. «Muchos de los que descansan en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna, otros para vergüenza y horror eternos. Los maestros brillarán como el resplandor del firmamento y los que enseñaron a muchos a ser justos, como las estrellas para siempre.