Friday, December 4, 2015

La muerte, contada para niños, por M. Ostiz

Recurrir a eufemismos a la hora de anunciar la muerte de un ser querido a un niño es un mecanismo al que muchos padres recurren con la intención de minimizar el impacto que esta pérdida pueda tener en los pequeños sin saber que, a la larga, es mayor el daño que el beneficio que produce en ellos.

Así lo asegura el psicólogo experto en duelos Manuel Nevado. "Los niños tienen una tremenda fantasía y si un niño no percibe la realidad tal cual es, va a tender a fantasear y las fantasías suelen ser mucho peor que la realidad", afirma.

Al dolor ante la muerte de un ser querido, a muchas personas se les une también el "trago" de tener que explicar a un niño pequeño que su abuelo -cuando no su madre o su padre- ha muerto, y el temor a ver sufrir a una criatura hace cometer errores y recurrir a eufemismos como decir que la persona fallecida está de viaje o que ha subido al cielo. Los psicólogos infantiles coinciden en que esto es un error.

Hay que usar la palabra muerte y trasladar a los niños que es algo irreversible, así como explicarles que ellos no han tenido nada que ver en lo ocurrido y hacerles sentir seguros, sobretodo cuando pierden a uno de sus progenitores, puesto que uno de los principales sentimientos que tendrán será el de abandono.

Nevado, vicepresidente de Psicólogos sin Fronteras y psicólogo en Ahora Centros, señala que hay dos franjas de edades a tener en cuenta a la hora de hablar de la muerte; entre los 3 y los 5 años y entre los 6 y los 10.

En la primera, la forma ideal de comunicarlo es hablarles de manera suave, en un momento de gran tranquilidad, y ayudarles a poner nombre a sus emociones, incluso que te señalen las partes del cuerpo que le duelen. Dejarles expresarse y hacerles ver que es normal sentirse mal en ese momento.

A partir de los 6 años los niños entienden lo que es la muerte, pero no llegan a saber lo que les puede suponer para el resto de su vida, por eso, si la muerte se debe a una enfermedad hay que remitirles a cómo ha ido empeorando el estado de la persona que ha fallecido, recordarles que ha estado en el hospital, etc.

En el caso de las muertes traumáticas, como los accidentes de tráfico, es más complicado, pero Nevado insiste en que no es conveniente dosificar la información, sino decírselo desde el primer momento.

Para el psicólogo infantil experto en duelos y director de 'apertuspsicólogos', José González, los eufemismos y maquillajes hacen que para el niño sea mucho más difícil entender la muerte.

"Independientemente de sus creencias religiosas, el niño lo que tiene que entender es que el cuerpo deja de funcionar y que es irreversible y universal", subraya.

Nevado recomienda acudir a ejemplos que los niños hayan experimentado con anterioridad, como la muerte de una mascota, o ejemplos que hayan visto en películas o cuentos y dejarles claro que la persona fallecida "seguirá estando en nuestro corazón, pero que no vamos a poder verle más porque ya no va a estar aquí".

Ambos psicólogos recomiendan también que los pequeños participen en los rituales de despedida, que acudan al tanatorio, al entierro, al funeral... situaciones que les servirán "de anclaje a la realidad" y le ayudarán a entender mejor la muerte.

González señala que incluso se les debe dar la opción de visitar a la persona enferma en el hospital anticipándoles -como cuando se les lleve al tanatorio- qué es lo que se van a encontrar, pero dejándoles a ellos la opción de elegir si quieren ver al ser querido enfermo, de manera que cuando esta persona fallezca, les será más fácil comprenderlo.

"Esa experiencia nos va a servir para que cuando el niño pregunte por la persona fallecida podamos remitirle al día que estuvo en el hospital, el tanatorio, en la iglesia, etc" y explicarle que todo eso se hizo porque la persona por la que pregunta murió.

Una vez notificada la muerte, González advierte de que la reacción de los pequeños puede ser de negación, enfado hacia la persona fallecida porque se sienten abandonados e incluso de culpa, así como experimentar conductas regresivas como volver a chuparse el dedo o hacerse pis en la cama.

Nevado, por su parte, comenta que la ira, enfado o agresividad hacia la persona que le comunica la muerte del ser querido es también una conducta frecuente entre los niños.

Todas estas reacciones son frecuentes en los primeros momentos, pero si se alargan en el tiempo es conveniente acudir a especialistas, coinciden.

Fuente: larazon.es

«Mamá, papá, ¿qué es la muerte?» Cómo explicarle a un niño la muerte de un ser querido

Son muchos los padres y madres que en ocasiones tienen que enfrentarse a una situación delicada: contarle a sus hijos el fallecimiento de un ser querido. ¿Cuándo y cómo se lo digo?, ¿cómo reaccionará? ¿debo implicarle en los actos de despedida?

El hecho es que, casi inevitablemente, los adultos tenemos la tendencia de proteger a nuestros hijos del dolor. Sin embargo, en la actualidad sabemos que hablar de la muerte y el dolor con ellos no solo no les perjudica, sino que les ayuda a realizar correctamente el duelo. Así, pese a que nuestro impulso inicial sea proteger a los niños apartándolos de lo que ha ocurrido, la muerte del ser querido se ha de comunicar lo antes posible». Pero, ¿y qué le decimos?

Estos son los consejos y recursos necesarios para afrontar la muerte de un ser querido de un niño:

¿Cómo transmitir la noticia? Hay que decirle la verdad, graduada y adaptada a su capacidad de entender, sin utilizar eufemismos que pueden confundirle, perdiendo el miedo a utilizar la palabra muerte.

«Intentaremos, según la edad, ponerle ejemplos cercanos de fallecimientos que ya han ocurrido (el abuelito de su amiga, el perro del vecino, etcétera) para que el niño pueda asociar conceptos y entender la irreversibilidad de la muerte».

Es importante que además hablemos del niño de lo que significa estar muerto. Asimismo intentaremos darle experanza explicándole que el vínculo con esa persona sigue vivo.

Además, «intentaremos proporcionarles un entorno de seguridad y tranquilidad, sin dar toda la información de golpe. Tanto la excesiva información por ejemplo, de detalles morbosos, como el defecto de la misma, por ejemplo, decirle que "papá se ha ido de viaje", no son recomendables».

Pero, ¿cómo se sabe la justa medida? «Para eso el niño necesita que estemos muy atentos a sus preguntas tanto en el momento como tiempo después. Obesrvar al niño es el mejor "termómetro" para saber que necesita en cada momento y poder adaptarnos a sus necesidades».

También debemos tener en cuenta que cuando alguien muere, la intensidad del duelo es directamente proporcional a la intensidad del vínculo que se tiene con esa persona. Por eso hay que tener en cuenta estas diferencias:

1. Pérdida de los abuelos

En la muerte, no es tan importante el grado de parentesco como el grado de vinculación afectiva del menor con la persona fallecida. En este sentido, la pérdida de un abuelo con el que no se tiene mucho contacto puede llevarse más fácilmente que en casos donde el niño tiene una relación más cercana o incluso ha compartido domicilio con él. No obstante, la pérdida de personas mayores es transmitida por los adultos como algo más natural ("ley de vida"), por lo que este tipo de pérdidas no suelen habitualmente constituir duelos complicados en niños.

2. Pérdida de un progenitor

Sin duda la muerte del padre o de la madre constituye para el menor una experiencia que afectará a su forma de estructurar la visión de sí mismo y del mundo. De este modo, el padre/madre superviviente actúa como modelo transmitiendo cómo afrontar la muerte.

No es recomendable, en ningún caso, que el niño sienta que además de su propio duelo tiene que hacerse cargo del duelo de su progenitor. Es decir, un niño no debe ser el punto de apoyo en el que el adulto deposite su sufrimiento.

3. Pérdida de un hermano

Es fundamental que el niño no sienta la expectativa sobre él de sustituir en cierto modo al fallecido. Tampoco es adecuado transmitir, ni siquiera de manera indirecta, comparaciones en ningún sentido entre ellos. En este caso los padres deben estar atentos de no sobreproteger al hijo vivo ya que, sin pretenderlo, estaremos generando efectos indeseados en el bienestar emocional del menor.

Suele ser frecuente que el niño tenga un sentimiento de inmensa culpa por haber deseado la muerte o la desaparición de su hermano de manera inocente (deseo que en su fantasía se ha visto cumplido pero del que se arrepiente profundamente). En este sentido, el niño va a necesitar de nuestra aceptación y comprensión incondicional para poder superar este sentimiento.

Fuente: abc.es

Saturday, October 17, 2015

Lectura del libro de Job 19:1,23-27

Lectura del libro de Job 19:1,23-27

En aquello días, Job tomo la palabra y dijo: “Ojalá que mis palabras se escribieran; ojalá que se grabaran en láminas de bronce o con punzón de hierro se esculpieran en la roca para siempre. Yo sé bien que mi defensor está vivo y que al final se levantara a favor del humillado; de nuevo me revestiré de mi piel y con mi carne veré a mi Dios; yo mismo lo veré y no otro mis propios ojos lo contemplaran. Ésta es la firme esperanza que tengo.

Saturday, September 12, 2015

Salmo 114,1-2.3-4.5-6.8-9: "Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida"

Salmo 114, 1-2. 3-4. 5-6. 8-9:
R. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida

Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.
R. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida

Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»
R. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó.
R. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida

Arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas, mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.
R. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida

Salmo del Domingo de la 24 Semana del Tiempo Ordinario, Año B

Thursday, June 25, 2015

Mateo 25,1-13

Mateo 25,1-13

El Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a media noche se oyó un grito: '¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!' Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: 'Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan.' Pero las prudentes replicaron: 'No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis.' Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: '¡Señor, señor, ábrenos!' Pero él respondió: 'En verdad os digo que no os conozco.' Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.

Mateo 13,36-43

Mateo 13,36-43

Entonces despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo.» Él respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.

Mateo 11,25-30

Mateo 11,25-30

En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»

Mateo 10,28-31

Mateo 10,28-31

No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna. ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos.

Mateo 5,1-12a

Mateo 5,1-12a

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y, tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos.

2 Macabeos 12,43-46

2 Macabeos 12,43-46

Después de haber reunido entre sus hombres cerca de dos mil dracmas, las mandó a Jerusalén para ofrecer un sacrificio por el pecado, obrando muy hermosa y noblemente, pensando en la resurrección. Pues de no esperar que los soldados caídos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos; mas, si consideraba que una magnífica recompensa está reservada a los que duermen piadosamente, era un pensamiento santo y piadoso. Por eso mandó hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado.

Sabiduría 4,7-15

Sabiduría 4,7-15

El justo, aunque muera prematuramente, tendrá descanso,
pues la ancianidad venerable no consiste en larga vida
ni se mide por los años.
Que las canas del hombre son la prudencia
y la edad avanzada, una vida intachable.
Fue amado, porque agradaba a Dios;
fue trasladado, porque vivía entre pecadores.
Fue arrebatado para que la maldad no pervirtiera su inteligencia
o el engaño sedujera su alma;
pues la fascinación del mal ensombrece el bien
y el frenesí del deseo pervierte al espíritu ingenuo.
Madurando en poco tiempo, completó una larga vida,
y como su alma era agradable al Señor,
se apresuró a escapar de la maldad.
La gente lo ve y no lo entiende;
no les cabe esto en la cabeza:
que la gracia y la misericordia están destinadas a sus elegidos,
y su salvación, a sus santos.

Génesis 3,1-6

Génesis 3,1-6

La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yahvé Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los árboles del jardín?» Respondió la mujer a la serpiente: «Podemos comer del fruto de los árboles del jardín. Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte.» Replicó la serpiente a la mujer: «De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.»  Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió.

Sabiduría 1,13-15; 2,23-24

Sabiduría 1,13-15; 2,23-24

Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera. Las creaturas del mundo son saludables; no hay en ellas veneno mortal. Dios creó al hombre para que nunca muriera, porque lo hizo a imagen y semejanza de sí mismo; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo y la experimentan quienes le pertenecen.

Las exequias en el Código de Derecho Canónico (cánones 1176-1185)

Libro IV: DE LA FUNCIÓN DE SANTIFICAR LA IGLESIA

Parte 2: DE LOS DEMÁS ACTOS DEL CULTO DIVINO

Título III: DE LAS EXEQUIAS ECLESIÁSTICAS (Cann. 1176 - 1785)

1176 § 1. Los fieles difuntos han de tener exequias eclesiásticas conforme al derecho.

§ 2. Las exequias eclesiásticas, con las que la Iglesia obtiene para los difuntos la ayuda espiritual y honra sus cuerpos, y a la vez proporciona a los vivos el consuelo de la esperanza, se han de celebrar según las leyes litúrgicas.

§ 3. La Iglesia aconseja vivamente que se conserve la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de los difuntos; sin embargo, no prohíbe la cremación, a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana.

Capítulo I: DE LA CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS

1177 § 1. Las exequias por un fiel difunto deben celebrarse generalmente en su propia iglesia parroquial.

§ 2. Sin embargo, se permite a todos los fieles, o a aquellos a quienes compete disponer acerca de las exequias de un fiel difunto, elegir otra iglesia para el funeral, con el consentimiento de quien la rige y habiéndolo comunicado al párroco propio del difunto.

§ 3. Si el fallecimiento tiene lugar fuera de la parroquia propia y no se traslada a ella el cadáver ni se ha elegido legítimamente una iglesia para el funeral, las exequias se celebrarán en la iglesia de la parroquia donde acaeció el fallecimiento, a no ser que el derecho particular designe otra.

1178 Las exequias del Obispo diocesano se celebrarán en su iglesia catedral, a no ser que hubiera elegido otra.

1179 Las exequias de los religiosos o miembros de sociedades de vida apostólica, se celebrarán generalmente en la propia iglesia u oratorio por el Superior, si el instituto o sociedad son clericales; o por el capellán en los demás casos.

1180 § 1. Si la parroquia tiene cementerio propio, los fieles han de ser enterrados en él, a no ser que el mismo difunto o aquellos a quienes compete cuidar de su sepultura hubieran elegido legítimamente otro cementerio.

§ 2. A no ser que el derecho se lo prohíba, todos pueden elegir el cementerio en el que han de ser sepultados.

1181 Por lo que se refiere a las oblaciones con ocasión de los funerales, obsérvense las prescripciones del c. 1264, evitando sin embargo cualquier acepción de personas, o que los pobres queden privados de las exequias debidas.

1182 Una vez terminado el entierro, se ha de hacer la debida anotación en el libro de difuntos conforme al derecho particular.

Capítulo II: DE AQUELLOS A QUIENES SE HA DE CONCEDER O DENEGAR LAS EXEQUIAS ECLESIÁSTICAS

1183 § 1. Por lo que se refiere a las exequias, los catecúmenos se equiparan a los fieles.

§ 2. El Ordinario del lugar puede permitir que se celebren exequias eclesiásticas por aquellos niños que sus padres deseaban bautizar, pero murieron antes de recibir el bautismo.

§ 3. Según el juicio prudente del Ordinario del lugar, se pueden conceder exequias eclesiásticas a los bautizados que estaban adscritos a una Iglesia o comunidad eclesial no católica, con tal de que no conste la voluntad contraria de éstos, y no pueda hacerlas su ministro propio.

1184 § 1. Se han de negar las exequias eclesiásticas, a no ser que antes de la muerte hubieran dado alguna señal de arrepentimiento:

1 a los notoriamente apóstatas, herejes o cismáticos;
2 a los que pidieron la cremación de su cadáver por razones contrarias a la fe cristiana;
3 a los demás pecadores manifiestos, a quienes no pueden concederse las exequias eclesiásticas sin escándalo público de los fieles.

§ 2. En el caso de que surja alguna duda, hay que consultar al Ordinario del lugar y atenerse a sus disposiciones.

1185 A quien ha sido excluido de las exequias eclesiásticas se le negará también cualquier Misa exequial.

Wednesday, June 17, 2015

La familia. El luto. Catequesis del papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el recorrido de catequesis sobre la familia, hoy tomamos directamente inspiración del episodio narrado por el evangelista Lucas, que acabamos de escuchar (cfr. Lc 7,11-15). Es una escena muy conmovedora, que nos muestra la compasión de Jesús por quien sufre - en este caso, una viuda que ha perdido a su único hijo - y nos muestra también la potencia de Jesús sobre la muerte.

La muerte es una experiencia que concierne a todas las familias, sin ninguna excepción. Es parte de la vida; sin embargo, cuando toca a los afectos familiares, la muerte no nos parece jamás natural. Para los padres, sobrevivir a los propios hijos es algo particularmente desgarrador, que contradice la naturaleza elemental de las relaciones que dan sentido a la familia misma. La pérdida de un hijo o de una hija es como si detuviera el tiempo: se abre un abismo que traga el pasado y también el futuro. La muerte, que se lleva el hijo pequeño o joven, es una bofetada a las promesas, a los dones y sacrificios de amor alegremente entregados a la vida que hemos hecho nacer. Tantas veces vienen a misa en Santa Marta padres con la foto de un hijo, una hija, niño, muchacho, muchacha y me dicen: "se fue". La mirada es tan dolorida. La muerte toca y cuando es un hijo toca profundamente. Toda la familia queda paralizada, enmudecida.

Y algo similar sufre el niño que se queda solo, por la pérdida de un padre, o de ambos. Esa pregunta: "¿dónde está papá?" "¿Dónde está mamá?" - Está en el cielo. "¿Pero por qué no lo veo?" Esta pregunta que cubre una angustia en el corazón del niño o la niña. Se queda solo. El vacío del abandono que se abre dentro de él es aún más angustiante por el hecho que no tiene ni siquiera la experiencia suficiente para "dar un nombre" a aquello que ha sucedido. "¿Cuándo vuelve papá?" "¿Cuándo vuelve mamá?" ¿Qué se responde? Y el niño sufre. Y así es la muerte en familia.

En estos casos la muerte es como un agujero negro que se abre en la vida de las familias y a la cual no sabemos dar explicación. Y a veces, se llega incluso a dar la culpa a Dios. Pero cuánta gente - yo los entiendo - se enoja con Dios, blasfema: "¿Por qué me has quitado el hijo, la hija? ¡Dios no está, no existe! ¿Por qué hizo esto?" Tantas veces hemos escuchado esto. Pero esta rabia es un poco aquello que viene del corazón, del gran dolor. La pérdida de un hijo o de una hija, del papá o de la mamá es un gran dolor. Y esto sucede continuamente en las familias. En estos casos, he dicho, la muerte es casi como un agujero.

Pero la muerte física tiene "cómplices" que son aún peores que ella y que se llaman odio, envidia, soberbia, avaricia; en resumen, el pecado del mundo que trabaja para la muerte y la hace todavía más dolorosa e injusta. Los afectos familiares aparecen como las víctimas predestinadas e indefensas de estas potencias auxiliares de la muerte, que acompañan la historia del hombre. Pensemos en la absurda "normalidad" con la cual, en ciertos momentos y en ciertos lugares, los eventos que agregan horror a la muerte son provocados por el odio y por la indiferencia de otros seres humanos. ¡El Señor nos libere de acostumbrarnos a esto!

En el pueblo de Dios, con la gracia de su compasión donada en Jesús, tantas familias demuestran, con los hechos, que la muerte no tiene la última palabra y esto es un verdadero acto de fe. Todas las veces que la familia en el luto - incluso terrible - encuentra la fuerza para custodiar la fe y el amor que nos unen a aquellos que amamos, impide a la muerte, ya ahora, que se tome todo. La oscuridad de la muerte debe ser afrontada con un trabajo de amor más intenso. "¡Dios mío, aclara mis tinieblas!", es la invocación de la liturgia de la tarde. En la luz de la Resurrección del Señor, que no abandona a ninguno de aquellos que el Padre le ha confiado, nosotros podemos sacar a la muerte su "aguijón", como decía el apóstol Pablo (1 Cor 15,55); podemos impedirle avenenarnos la vida, de hacer vanos nuestros afectos, de hacernos caer en el vacío más oscuro.

En esta fe, podemos consolarnos unos a otros, sabiendo que el Señor ha vencido la muerte de una vez por todas. Nuestros seres queridos no desaparecieron en la oscuridad de la nada: la esperanza nos asegura que ellos están en las manos buenas y fuertes de Dios. El amor es más fuerte que la muerte. Por esto el camino es hacer crecer el amor, hacerlo más sólido, y el amor nos custodiará hasta el día en el cual cada lágrima será secada, cuando "no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor" (Ap 21,4).

Si nos dejamos sostener por esta fe, la experiencia del luto puede generar una más fuerte solidaridad de los vínculos familiares, una nueva apertura al dolor de otras familias, una nueva fraternidad con las familias que nacen y renacen en la esperanza. Nacer y renacer en la esperanza, esto nos da la fe. Pero yo quisiera subrayar la última frase del Evangelio que hoy hemos escuchado. Después que Jesús trae de nuevo a la vida a este joven, hijo de la mamá que era viuda, dice el Evangelio: "Jesús lo devolvió a su madre". ¡Y ésta es nuestra esperanza! ¡Todos nuestros seres queridos que se han ido, todos el Señor los restituirá a nosotros y con ellos no encontraremos juntos y esta esperanza no decepciona! Recordemos bien este gesto de Jesús; "Y Jesús lo restituyó a su madre". ¡Así hará el Señor con todos nuestros seres queridos de la familia!

Esta fe nos protege de la visión nihilista de la muerte, como también de las falsas consolaciones del mundo, de modo que la verdad cristiana "corra el riesgo de mezclarse con mitologías de varios géneros cediendo a los ritos de la superstición, antigua o moderna" (Benedicto XVI, Ángelus del 2 de noviembre 2008).

Hoy es necesario que los Pastores y todos los cristianos expresen de manera más concreta el sentido de la fe en relación a la experiencia familiar del luto. No se debe negar el derecho al llanto - ¡debemos llorar en el luto! También Jesús "rompió a llorar" y estaba "profundamente turbado" por el grave luto de una familia que amaba (Jn 11,33-37).

Podemos más bien tomar del testimonio simple y fuerte de tantas familias que ha sabido captar, en el durísimo pasaje de la muerte, también el seguro pasaje del Señor, crucificado y resucitado, con su irrevocable promesa de resurrección de los muertos. El trabajo del amor de Dios es más fuerte del trabajo de la muerte. ¡Es de aquel amor, es precisamente de aquel amor, que debemos hacernos "cómplices" activos con nuestra fe! Y recordemos aquel gesto de Jesús: "Y Jesús lo restituyó a su madre", así hará con todos nuestros seres queridos y con nosotros cuando nos encontraremos, cuando la muerte será definitivamente vencida en nosotros. Ella está vencida por la cruz de Jesús. ¡Jesús nos restituirá en familia a todos! Gracias.

Monday, June 15, 2015

2 Corintios 5,6-10: Preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor

2 Corintios 5,6-10

Hermanos: Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras vivimos en el cuerpo, estamos desterrados, lejos del Señor. Caminamos guiados por la fe, sin ver todavía. Estamos, pues, llenos de confianza y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor. Por eso procuramos agradarle, en el destierro o en la patria. Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir el premio o el castigo por lo que hayamos hecho en esta vida.

Tuesday, May 5, 2015

Juan 14,27-29

Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Habéis oído que os he dicho: Me voy y volveré a vosotros. Si me amarais, os alegraríais de que me vaya al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.

Monday, February 16, 2015

«No llores porque haya muerto, sonríe porque viví», le dejó escrito en una nota tras 60 años juntos



Jimmy y Billie Breland celebraron el Día de Acción de Gracias con sus hijos y nietos en Birmingham (Alabama) y luego regresaron a su hogar en Cleveland (Mississippi). Pero nada más volver, ella se cayó y se rompió la cadera. La operación quirúrgica resultó bien, pero a raíz del incidente los problemas de pérdida de memoria que aquejaban a la anciana desde hacía años se agravaron. Tuvo algunos síncopes, y a mediados de enero falleció a los 83 años de edad.

"Mi abuelo la cuidó todos los días que pasó en el hospital, como había hecho cada día de los sesenta años que estuvieron casados, hasta la noche en la que se fue", recuerda uno de sus nietos, Cliff Simms, quien ha dado universalidad a esta corriente historia familiar al dar a conocer un bonito detalle que sucedió después.

A la exequias acudieron cientos de personas, pues eran un matrimonio muy conocido y querido. Ella fue profesora en la escuela pública local, y él llevó a cabo durante cuatro décadas un ministerio baptista en la universidad local: "Predicó en prácticamente todas las iglesias del delta del Mississippi", dice Cliff.

¿Cómo vivir tras quedarse solo?

"A lo largo de los años escuché muchas historias sobre el impacto que mi abuela dejó a lo largo de los años en la vida de otras personas, desde estudiantes a quienes dio clase a amigos de todo tipo que hizo. No hay nada como celebrar una vida bien vivida y cuyo legado durará generaciones", explica Simms. Por eso estaba muy preocupado pensando cómo sobrellevaría su abuelo ("la personas más amable y generosa que he conocido nunca") la pérdida "de todo su mundo", su compañera durante sesenta años.

Y entonces descubrieron que quien había pensado ya en ello era... ¡la misma Billie!

Ella solía hacer anotaciones, con excelente letra de profesora, en fotos y documentos, desde comentarios ingeniosos a cosas que quería recordar.

Así que cuando el abuelo Jimmy empezó a revisar sus cosas, no tardó en encontrar uno de esos escritos. Lo halló en una chequera, e iba dirigido precisamente a él: "No sabemos cuándo lo dejó allí, pero resume la esperanza y la tranquilidad de espíritu de quienes saben que han de reencontrarse para toda la eternidad".

La nota decía: "¡Por favor, no llores porque haya muerto! ¡Sonríe porque viví! Sabes que estoy en un lugar feliz. Sabes que volveremos a vernos. ¡Allí te espero!".

Cliff contó al Huffington Post que cuando el abuelo Jim les enseñó la nota a todos, hubo lágrimas, pero también muchas sonrisas: "El escrito nos recuerda que el amor lo vence todo, incluso la muerte. Para él fue la paz de saber que se reunirá con ella por toda la eternidad".


Fuente: religionenlibertad.com

Friday, February 6, 2015

Nuevo cantoral de exequias de Juan Jáuregui


Interesante trabajo musical el que nos presenta Juan Jáuregui, como complemento al libro "En las manos de Dios", material para la celebración de exequias. Un conjunto de 45 cantos, para renovar y refrescar la celebración de las exequias.

Estamos ante una de las celebraciones más entrañables de la comunidad cristiana, las exequias. Y es interesante mejorar la calidad de estas celebraciones desde los cantos. De ahí esta propuesta de cantoral. Un cantoral en el que se han recopilado 45 cantos, unos ya clásicos en todo el territorio nacional y junto a ellos, la incorporación de un notable conjunto de cantos nuevos.

El cantoral está divido en seis partes. Cuatro son las fundamentales:

- Cantos de entrada
- Salmos
- Cantos de comunión
- Y cantos para el rito de despedida.

Empiezo por la constatación de lo complicado que es hacer cantar a los fieles en una celebración de exequias. Sobre todo cuando vienen personas no asiduas a la celebración y por tanto no familiarizadas con un repertorio mínimo de cantos. Este repertorio es en muchos sitios escaso.

Por ello es deseable un enriquecimiento musical en muchas comunidades. Y un criterio que debe prevalecer es que los cantos tengan inspiración evangélica. Nosotros hemos heredado cantos que ponían el énfasis en el miedo, lo dramático, el carácter de castigo por el pecado, llegando a acentos tétricos y lúgubres, con cantos como "Dies irae,dies illa", o "libera me dómine", "tremens factus sum ego"...

La muerte es seria, sí, y dolorosa, pero la visión cristiana ha de ser esperanzada. Por eso en los cantos hay que saber presentar la vida como realidad última. Lo último no es la muerte, sino la vida.

Es buena aquella especie de letanía:

. Al final del camino, no está el camino, sino la meta
. Al final de la escalada, no está la escalada, sino la cumbre.
. Al final de la noche, no está la noche, sino la aurora.
. Al final de la Cuaresma, no está la Cuaresma, sino la Pascua.
. Al final de la muerte, no está la muerte, sino la vida.

El futuro del hombre es Dios, y Dios es vida. En esta dirección han de ir los cantos.

En el momento de la muerte, tenemos delante, no una puerta cerrada, sino una puerta abierta. No sabemos cómo es lo que nos espera. Pero como cristianos, aunque estemos en algunos casos muy marcados por el dolor, o por los interrogantes, creemos firmemente que nos espera la vida.

A un Obispo canadiense (W. Candler) le preguntaron, en sus últimos días, si tenía miedo a atravesar el río de la muerte. Contestó que no, porque es el mismo dueño el de esta orilla y el de la otra, Dios, y no tenía por qué temerle.

En el canto de los salmos, un capítulo importante de este cantoral, es en el que hay que dar una primacía a la esperanza y la confianza en Dios. Este es un campo ideal para que el repertorio crezca y sea cada vez más digno y asequible.

En la celebración de exequias hay dos momentos particularmente interesantes: la entrada y el último adiós, a esos dos capítulos dedica este cantoral un amplio elenco de cantos

- En el canto de entrada expresando la acogida al difunto, en su última visita a la Iglesia, con cantos como: "Acógele, Señor", "Os llevaré conmigo" o "Yo confío en Ti, Señor".

- En los cantos de comunión, se subraya la conexión entre la eucaristía y la vida eterna, con los cantos "Pan de vida" y "Dice el Señor"...

- El canto de despedida: este es el capítulo más amplio del cantoral.

Es el último adiós al difunto. Se trata de unir a la aproximación teológica, pascual, el sentimiento de afecto de la familia y la comunidad cristiana para con el difunto. Y aquí hay una abundancia de cantos, con la incorporación de algunos nuevos: "Nuestra vida y resurrección", "Adiós hermano"...

Al ser esta celebración un momento privilegiado, donde las personas se encuentran bien dispuestas, hay que aprovechar para ejercer un influjo evangelizador desde los cantos de la celebración.

Los compositores hemos hecho una buena tarea en la ampliación de cantos para la celebración de exequias. Los encargados del canto en las distintas parroquias han de hacer también un esfuerzo para que ese trabajo llegue a la comunidad que celebra.

Y entre unos y otros hemos de seguir en la tarea de llenar de esperanza pascual un momento tan doloroso como es la despedida de un familiar o de un amigo.

Fuente: religiondigital.com